Como não te evocar, Camilo!
6 de fevereiro de 2020
A cada 28 de outubro temos um mar de pétalas, lançados desde a dor e a
aliança com a memória à que não é possível renunciar. Nos acompanham tuas
palavras, aquelas inesquecíveis que pronunciaste ante o povo, a dois dias de
teu até sempre, as que denunciavam a crueldade das bombas que desde então se
empenhava em lançar o Governo de Estados Unidos para exterminar a nascente
Revolução, as que citavam o poeta e asseguravam, em plurais vozes, o que aconteceria
se a bandeira cubana, no maior dos absurdos, chegasse a ser, algum dia,
destroçada por seus inimigos.
Chega tua voz nesse mês de profundas
dores, cada vez mais firme, cada vez mais enérgica, cada vez mais necessária
quando os obstinados propósitos do mal e da cobiça se negam a aceitar os pobres
que na Cuba que fundaste, não há caminho de volta.
Mas hoje é 6 de fevereiro, e o modo
de acompanhar-te, em teu 88 aniversário, tem forma de sorriso. Aperta-se a
razão ao pensar-te menino, caminhando pelas ruas de tua Lawton modesta e natal,
onde descobriste que era nobre defender os mais fracos, onde o desporto te
incorporou nas pueris paixões, onde a arte te fez feitiço.
Da luz que iluminou teu peito bem
sabe a história, a que te leva em seu colo e conhece os bons modos com que
soubeste conquistar, sem presunções nem arrogâncias, enfrentando o inimigo,
batalhando pela justiça, te somando a Fidel, integrando a honrosa equipe dos expedicionários
que romperam o nevoeiro turvo para mudar o inadmissível.
Sabemos-te na Serra, conhecemos teus
episódios, te olhamos junto ao Che, temos rido com tuas coisas, e vibrado ante
tua coragem de Herói e Senhor da Vanguarda. Mas hoje, que como aquele fevereiro
voltas a nascer, te sentimos menino e entre os meninos, os que te aprendem em
versos, os que rimam teu caráter, teu sombreiro, e tua admirável mistura de
pomba e leão.
Como não te evocar, Camilo, hoje que
é dia iluminado! Como não tocar tua alma, viva como tua vida, a que venceu para
sempre tua morte, quando a flor foi mais que o adeus! Hoje teu riso, símbolo de
tua generosa estirpe, explode em tua Pátria, como uma vitoriosa gargalhada.
¡Cómo no evocarte, Camilo!
¡Cómo no evocarte, Camilo, hoy que es día iluminado! ¡Cómo no tocar tu
alma, viva como tu vida, la que venció para siempre tu muerte, cuando la flor
fue más que el adiós! Hoy tu risa, símbolo de tu generosa estirpe, estalla en
tu Patria, como una victoriosa carcajada
Autor: Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu
6 de febrero de 2020 00:02:07
Camilo integró
el honroso equipo de los expedicionarios que cambiaron a Cuba. Foto: Archivo
de Granma
Cada 28 de octubre se tiñe el mar de pétalos,
lanzados desde el dolor y la alianza con la memoria a la que no es posible
renunciar. Nos asisten tus palabras, aquellas inolvidables que pronunciaste
ante el pueblo, a dos días de tu hasta siempre, las que denunciaban la crueldad
de las bombas que desde entonces se empeñaba en lanzar el Gobierno de Estados
Unidos para exterminar la naciente Revolución, las que citaban al poeta y
aseguraban, en plurales voces, lo que pasaría si la bandera cubana, en el mayor
de los absurdos, llegara a ser, algún día destrozada por sus enemigos.
Llega tu voz en ese mes de hondos dolores, cada vez
más firme, cada vez más enérgica, cada vez más necesaria cuando los obstinados
propósitos del mal y la codicia se niegan a aceptar, ¡los pobres!, que en la
Cuba que fundaste, no hay camino de regreso.
Pero hoy es 6 de febrero, y el modo de acompañarte,
en tu 88 cumpleaños, tiene forma de sonrisa. Se aprieta la razón al pensarte
niño, caminando por las calles de tu Lawton modesto y natal, donde descubriste
que era noble defender a los más frágiles, donde el deporte se te enquistó en
las pueriles pasiones, donde el arte se te hizo hechizo.
De la llama que iluminó tu pecho bien sabe la
historia, la que te lleva en su regazo y conoce los buenos modos en que supiste
conquistarla, sin presunciones ni arrogancias, enfrentando al esbirro,
batallando por la justicia, sumándote a Fidel, integrando el honroso equipo de
los expedicionarios que rajaron la niebla turbia para cambiar lo inadmisible.
Te sabemos en la Sierra, conocemos tus anécdotas,
te miramos junto al Che, hemos reído con tus cosas, y vibrado ante tu intrepidez
de Héroe y Señor de la Vanguardia. Pero hoy, que como en aquel febrero vuelves
a nacer, te sentimos niño y entre los niños, los que te aprenden en versos, los
que riman tu carácter, tu sombrero, y tu admirable mixtura de paloma y león.
¡Cómo no evocarte, Camilo, hoy que es día
iluminado! ¡Cómo no tocar tu alma, viva como tu vida, la que venció para
siempre tu muerte, cuando la flor fue más que el adiós! Hoy tu risa, símbolo de
tu generosa estirpe, estalla en tu Patria, como una victoriosa carcajada.
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